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Cómo fomentar las relaciones entre los hermanos

Todos y todas recordaremos momentos de nuestros hijos e hijas en los que fluyen armónicamente y comparten, y otros momentos en los que se pelean y discuten

por juguetes, sitios en los que sentarse, por una mirada,… bien para ser vistos por el padre y la madre, bien para autoafirmarse y hacer prevalecer su fuerza o autoridad frente al otro,…

Bien, como premisa fundamental, es importante entender que el seno familiar o grupo de convivencia, es un lugar privilegiado para el aprendizaje. La familia nos prepara para la salida a la vida, al mundo. En la familia aprendemos a defender lo propio y a uno mismo, a aliarnos con otros, a solucionar conflictos, a llegar a acuerdos, a enfrentarnos a la autoridad,… y todo ello de manera segura y controlada. Es en este contexto donde vamos a entrenar todas estas herramientas que después pondremos en marcha en el mundo.

Y ¿qué podemos hacer como padres y madres para fomentar y favorecer las relaciones entre nuestros hijos e hijas?

En un primer momento, y teniendo en cuenta la pelea histórica entre hermanos por recibir amor del padre y la madres, es importante hacerles sentirse importantes a cada cual, respetarles su individualidad, recibirles como seres únicos que son, fuera de las comparaciones que crean resentimiento.

Un día, una de mis hijas me dijo: Eres mi mejor madre. Su esperada respuesta era: Y tú mi mejor hija. En el mismo instante me di cuenta de su necesidad de reconocimiento exclusivo y pelea por el amor de la madre, así que le contesté: Y tú eres mi mejor Martina. De este modo, ella se siente querida y reconocida única en un espacio exclusivo, y fuera de lucha con sus hermanas. Y yo no me peleo conmigo misma, sabiendo que tengo amor para todas y, además, no animo el conflicto entre ellas.

Otra idea importante que como padres y madres tenemos que tener presente, es la escucha. Nuestros hijos e hijas necesitan ser escuchados desde un plano emocional. Dar valor a sus preocupaciones, es darles valor a ellos mismos. La actitud de reconocer, recoger, y sostener a nuestros hijos e hijas, les hace, de nuevo, sentir que son importantes, y además aprender a valorar a los demás. Crear espacios de comunicación familiar donde participan todos, donde escuchan todos, donde nos ponemos al día, donde se respetan turnos de palabra,… son fundamentales.

En casa, cada día, en la hora de la comida se establece una ronda en la que contamos qué tal el día en el cole, en el trabajo,… así todos actualizamos la información de cada cual.

Otro momento importante es el momento de conflicto entre nuestros hijos. Nos empiezan a saltar las alarmas, ponemos toda nuestra energía en parar y resolver el conflicto, juzgar… La propuesta es que aceptemos el conflicto, es algo natural para sobrevivir, y no reprimirlo. Es cierto que nuestra tarea en este caso es la seguridad, es en ese momento en el que estableceremos los límites, sobretodo en caso de “llegar a las manos”. Claro está que nuestros hijos e hijas tienen una carga de agresividad, igual que nosotros y nosotras, pero contenerla hace que acumulemos o que la ejerzamos contra uno mismo. Se trata de que puedan dejar salir esta agresividad, el enfado, la ira,… poniendo el cuerpo en movimiento, quizás gritos, carreras, saltos, golpeando un cojín,… Y después cuando estamos todos más relajados, poner en conversación emocional el asunto, dando valor al sentimiento de cada cual, y no con el objetivo de resolver, sino de acompañar el proceso de cada uno y de escucharse entre ellos, atendiendo a cada emoción y sus tiempos. Algunas veces, me he visto en lo típico de: Pide perdón a tu hermana. Evidentemente ese perdón no es sentido, sino que es para satisfacerme.

Si hacemos hijos e hijas obedientes y sumisos, tendrán dificultades para pelear por sus deseos, para cuidar y velar por lo propio, para satisfacer sus necesidades,… fuera y dentro del seno familiar.

Y por último, es importante crear espacios de cuidados entre hermanos. Por un lado, no intervenir cuando juegan solos y darles esa oportunidad de autorregularse; y por otro, proponerles juegos que requieran contacto físico de cuidado como tandas de masajes, cosquillas, mamás y papás, médicos,…

Sobretodo, es cuestión de actitud, recordando que nosotros, padres y madres, somos modelos para nuestros hijos e hijas.

Inma Sánchez Navalpotro
Psicopedagoga-Terapeuta Gestalt
Gabinete Psicopedagógico Amaranto
www.gabineteamaranto.es
676210188-619909678

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